Discurso de Björn Ulvaeus en la Asamblea General de la CISAC 2023

2023 CISAC General Assembly Bjorn

El presidente de la CISAC, Björn Ulvaeus, se dirigió a la Asamblea General de la CISAC de 2023 en Ciudad de México. Pronunció un discurso convincente a creadores y sociedades de todo el mundo. Lea su dirección a continuación:

Buenos días a todos. Estoy muy contento de estar hoy aquí en la Asamblea General de la CISAC en México. ¡Ha llevado mucho tiempo volver aquí! Tres años de pandemia nos confinaron a una vida gris de llamadas por Zoom y reuniones virtuales.

Pero por fin, la comunidad CISAC ha recuperado su color y la alegría de las interacciones humanas y sociales. Y sí, soy yo en carne y hueso, se lo aseguro, no es mi avatar. ¡Me alegro de estar de vuelta! Gracias a la sociedad mexicana SACM por acoger y organizar este evento. Y gracias a todos ustedes por acompañarnos hoy.

Hace tres años que soy Presidente de la CISAC, pero aún no he tenido la ocasión de ser muy “presidencial”. Puede que llegue con la edad. Y aunque esta es la primera vez que asisto a una Asamblea General presencial, he trabajado muy estrechamente con Gadi y el resto del equipo de la CISAC y, en estos tres años, he aprendido mucho sobre la Confederación. He podido apreciar la extraordinaria devoción y dedicación de las personas que trabajan en la CISAC y he aprendido mucho sobre los esfuerzos de las sociedades por servir a los creadores.

Incluso antes de asumir este cargo, siempre fui consciente de la importancia excepcional del sistema de gestión colectiva. También estaba impaciente por aportar cambios positivos. ¡Y sigo estando impaciente! Gracias a las numerosas reuniones virtuales y presenciales en las que he participado, comprendo mejor por qué la CISAC y sus sociedades son y pueden ser aún más esenciales para cada creador.

Las industrias creativas son un conglomerado de organizaciones sectoriales y profesionales. Pero la CISAC es la única que vela única y exclusivamente por los intereses del creador, y además a escala internacional.

Ninguna otra organización respalda tanto a los creadores como la CISAC.

Por ello, a pesar de los inmensos retos que afrontamos como comunidad que defiende a los creadores, sigo tan comprometido como siempre con la misión que realizamos juntos.

Pero nunca debemos olvidar que nuestro único propósito, nuestra única razón de ser, es estar al servicio de los creadores y apoyarlos en cualquier circunstancia. Siempre debemos estar disponibles y ser transparentes, sin llegar nunca a ser burocráticos e introspectivos, ni a crear una subcultura en la que las normas, los reglamentos y las carreras primen sobre nuestra misión primordial.

El creador está, y debe estar, en el centro de todo aquello por lo que trabajamos.

Y en un momento en el que los ingresos tradicionales de los soportes físicos están disminuyendo, donde más se necesitan nuestros servicios es en el ámbito del streaming, y es ahí donde debemos centrar nuestros esfuerzos.

Cuando comencé mi carrera con ABBA, no teníamos que afrontar ninguno de los retos que encuentran los jóvenes creadores en la actualidad. Trabajábamos duro, pero luego componíamos un éxito y lográbamos el estrellato de la noche a la mañana. Eso nos ofreció el lujo más preciado: tiempo.

Tiempo para no preocuparse por la siguiente paga; tiempo para pasar días y semanas en un estudio escribiendo y componiendo canciones; y tiempo para formarse y aprender a tomar las decisiones adecuadas para nuestra carrera.

La inmensa mayoría de los jóvenes creadores de hoy no disponen de ese lujo.

No pueden permitirse dedicar tiempo a desarrollar su carrera y su talento.

En el mundo del streaming, libran una batalla feroz para monetizar y comercializar su trabajo. Cada día se suben cientos de miles de obras a las plataformas de streaming. Y muy pocas de ellas generan unos ingresos significativos. La inmensa mayoría de los creadores tienen que desvivirse para encontrar otras fuentes de ingresos que les permitan mantener sus carreras y seguir persiguiendo sus sueños.

Evidentemente, no me refiero a los 100 mejores artistas de Billboard ni a los directores de cine galardonados. Hablo de la mayor parte de los cinco millones de creadores de todo el mundo representados por la red CISAC. El streaming no les presta un servicio justo.  Apenas ganan lo suficiente para subsistir.

Y numerosos artistas de talento no tienen la posibilidad de seguir trabajando como creadores. Entonces, ¿qué hacen? Buscan otro trabajo. Tal vez hagan hamburguesas o conduzcan un taxi, y no hay nada malo en ello, pero así es probable que nos perdamos al próximo Paul McCartney. Como comunidad, nuestra misión debe ser la de ayudar a estos talentos a desarrollar su potencial.  Necesitan que luchemos para obtener una buena legislación que proteja sus derechos. Necesitan que les ayudemos a conseguir una remuneración justa.

Y necesitan que hagamos todo lo posible para acabar de una vez por todas con el problema de la calidad de los datos que está costando a muchos creadores su derecho a forjarse una carrera profesional.

¡Hay tantos retos!

Pero aquí me gustaría centrarme en tres cuestiones prioritarias. 

La primera, que para mí es muy importante, son los datos.

En el mundo del streaming, tenemos que conseguir un nuevo acuerdo para los creadores. Sólo hace unos quince años que el modelo de suscripción vino al rescate de la industria musical cuando las descargas ilegales amenazaban su propia existencia. Pero, lamentablemente, en la actualidad, el mundo del streaming está plagado de problemas, injusticias y desequilibrios que debemos solucionar.

En primer lugar, debemos solucionar el problema de los metadatos.

La música pop, y sus músicos y escritores, siempre se han adaptado rápidamente a las nuevas tecnologías y han explotado con gran creatividad las nuevas e interesantes tecnologías que aparecían en el mercado. La música ha evolucionado de la mano de la tecnología. Siempre con la misma curiosidad creativa por ambas partes y la misma voluntad de aprender y escucharse mutuamente. Para inspirarnos recíprocamente. Ese es el mundo al que están acostumbrados nuestros miembros en sus mundos creativos. Es el lado artístico de la industria musical.

Ojalá esto también fuera así con la parte del sector que se ocupa del registro de obras, de los pagos, etc. He oído decir a mucha gente que, en el mundo de las organizaciones de gestión colectiva, se ha creado un gran número de tecnología en silos que ha costado mucho dinero y que en muchos casos no ha resultado tan eficaz. Desde que llegué a la presidencia, me he preguntado por qué para algunos de nosotros parece tan difícil colaborar de forma abierta y transparente, no sólo entre nosotros, sino también con terceros que pueden proporcionarnos una tecnología más barata y adecuada. Eso redunda claramente en interés de los creadores.

Cueste lo que cueste, debemos asegurarnos de que todas las obras estén debidamente identificadas y de que todos los códigos pertinentes coincidan entre sí, de modo que los creadores también estén correctamente identificados y reciban la remuneración adecuada.

En la actualidad, la mala calidad de los datos significa que decenas de millones –incluso cientos de millones– de dólares no llegan a los creadores a los que se les deben.

Y cuando los autores y compositores de música no son remunerados, deben decir adiós a sus carreras y a sus medios de vida.

Pero si este dinero no llega a los creadores, ¿adónde va a parar? ¿Podemos permitir que unos datos de mala calidad beneficien a entidades comerciales y perjudiquen a los creadores individuales?

Esto debe acabar. No podemos permitir que esta situación persista, y observo que se están haciendo progresos para solucionar este problema. Por ejemplo:

Cada vez más empresas y editoras están adoptando el ISWC de la CISAC, y se está creando el impulso para su adopción por parte de las plataformas digitales.

El mes pasado asistí en Japón al lanzamiento de GDSDX, un nuevo proyecto de colaboración entre los miembros asiáticos de la CISAC para mejorar el intercambio de datos en esta región.

Es una excelente iniciativa que debería imitarse en las otras regiones.

La campaña Credits Due, que yo mismo he liderado, avanza en su misión de garantizar que los cinco identificadores clave estén presentes cuando las canciones llegan a los servicios de streaming.

Actualmente, como ya saben, las discográficas no suelen incluir el ISWC cuando se publica una grabación. Incluir el ISWC en el momento la publicación de la canción permitiría que los creadores individuales reciban más dinero.

Creo que la CISAC y las sociedades tienen un papel esencial que desempeñar para lograrlo.

La mala calidad de los datos se come literalmente los ingresos de los creadores y es una lacra para las industrias creativas. No es, ni debe ser jamás, un modelo de negocio que beneficie a las grandes empresas.

Mi segunda prioridad es garantizar que los creadores reciban el reconocimiento que se merecen en el mundo del streaming. Porque con el reconocimiento viene el respeto. Y el respeto es un requisito previo para una remuneración justa. Durante mis tres años como Presidente de la CISAC, he hablado mucho de la “economía de la canción”. Porque las canciones son la base de todo.

Y, sin embargo, seamos realistas: eso no se refleja en la realidad, no mientras la parte de ingresos de los creadores sea ridículamente pequeña en comparación con la de las discográficas y las plataformas.  Y no mientras exista tal falta de transparencia sobre cómo se reparten estos ingresos ni mientras los algoritmos puedan dictar las opciones de escucha de los aficionados a la música.

Algunas sociedades miembros de la CISAC han lanzado estudios sobre la remuneración de los creadores y la tarta digital. Se trata de un ámbito en el que se necesita tanto una labor de lobbying como de educación. Aquí es donde podemos tener una influencia decisiva. Los gobiernos tienen que ayudarnos a mejorar la parte de los creadores en la tarta digital y garantizar que los creadores comprendan sus derechos.

Por último, la tercera cuestión que me gustaría abordar es una cuestión de la que se ha hablado mucho durante todos estos días. La inteligencia artificial. La IA es una herramienta con implicaciones de gran alcance, que conlleva tanto oportunidades como amenazas. Sabemos que va implantándose poco a poco y no hay nada que podamos hacer para detenerla. Plantea enormes cuestiones existenciales y, para nosotros más concretamente, cuestiones sobre los derechos de autor. ¿Cómo lo afrontamos? Permítanme darles un ejemplo para ilustrar un aspecto del problema:

Actualmente, un modelo de IA puede entrenarse con el catálogo de canciones de ABBA y generar una grabación con nuestras voces y arreglos similares a los de ABBA. Supongamos que un productor musical de talento utiliza esta herramienta. Detecta el potencial de esta grabación, pero también los puntos débiles del arreglo, la letra y la melodía. Y retoca la grabación para solucionar estos puntos débiles hasta obtener una nueva canción de éxito que suena como ABBA.

Nuestro productor sabe instintivamente que utilizar las voces originales no es ético, así que mezcla la voz de Frida con las de Karen Carpenter, Julie Andrews y otras hasta conseguir una nueva voz irresistible e imposible de identificar. No suena exactamente como ABBA, pero casi. Y si le parece poco ético entrenar a la IA sólo con ABBA, ¿por qué no incluir también a Queen y Elton John? El resultado final es brillante. ¿Qué nos parece?

Durante todos los años de mi infancia y juventud en los que estuve más receptivo, escuchaba la radio y los discos que compraba. He seguido escuchando música desde entonces, por supuesto, pero fue entre, digamos, los 3 y los 25 años, cuando la información que más impacto tuvo se almacenó en mi base de datos interna. Se podría decir que mi sistema neuronal se entrenó con este conjunto de datos y que, cuando empecé a escribir canciones, lo utilicé inconscientemente. A veces, tengo la impresión de que una idea inicial me viene de la nada y, a partir de ahí, se enriquece inconscientemente y se combina con melodías, frases y diferentes cosas en mi cerebro que salen de quién sabe dónde. ¿Y saben qué?, todo eso está protegido por derechos de autor.

En 1966 conocí a Benny Andersson y empecé a escribir canciones con él. A él le había ocurrido lo mismo. Había pasado por el mismo proceso de asimilación de datos. Aún seguimos trabajando juntos, pero, en teoría, ahora podríamos incluir a un tercer autor. Uno que no haya pasado por este proceso de asimilación de datos desordenado y a menudo impredecible, pero al que se le podría hacer que utilizara una base de datos más precisa. Su sistema neural podría entrenarse con lo que Benny y yo decidiéramos en ese momento. Inteligencia artificial.  Si quisiéramos escribir un tango, podríamos ordenarle que se entrenara con los cien mejores tangos del mundo.

Como habrán deducido, no estoy totalmente seguro de que nuestro productor haya hecho algo éticamente incorrecto. Es una línea muy fina. La propia naturaleza de la música pop se basa en imitar, evolucionar, inspirarse y repetir algo que ya existe.  

Si la IA hubiera estado tan desarrollada en 1962 como lo está hoy y si le hubiéramos pedido que generara música realmente original con un sonido realmente original, no habría generado a los Beatles, sino una combinación general de todo lo que ya existía en ese momento. Pero llegará el día en que un modelo de inteligencia artificial será capaz de generar de forma autónoma música y sonidos que los humanos ni siquiera sabrán que estaban esperando y que les emocionarán. Probablemente eso aún quede lejos, pero llegará. ¿Y entonces?

Bueno, instintivamente queremos saberlo, ¿no? Necesitamos saber que algo ha sido generado por una IA y que no es música o arte producido por un humano para un humano. La idea de que nos guste una pieza musical o artística que no procede de la mano del hombre da miedo, ¿verdad? ¿Y qué ocurrirá en general con las creaciones humanas consumidas en el ámbito digital?  Por supuesto, seguiremos teniendo conciertos en directo. Claro está, si los artistas que actúan no son avatares.  El futuro ya está aquí, señoras y señores.

La IA va a cambiar radicalmente la vida de los creadores.

Esto tiene enormes implicaciones para la industria de la creatividad, y apenas comenzamos a ser conscientes.

Así que mi mensaje es el siguiente: no podemos permitirnos cruzarnos de brazos y esperar a ver qué pasa.

Debemos tomar la iniciativa para encontrar soluciones a los problemas que afectan a nuestros creadores.

Surgirán problemas jurídicos, éticos y estratégicos, y sé que algunos miembros de la CISAC ya han empezado a estudiarlos.

Pero las soluciones deben ser globales, porque la IA no conoce fronteras.

Estas cuestiones deben examinarse al más alto nivel, ¡y tenemos que ponernos manos a la obra urgentemente!

Debemos encontrar soluciones para responder a estos retos, sin obstaculizar los avances que traerá la tecnología.

En conclusión, es un momento fantástico para trabajar en el sector creativo.

Una época de avances tecnológicos, oportunidades e innovación sin precedentes. Los creadores y las industrias creativas se enfrentan a grandes retos y la CISAC se encuentra en una posición única para afrontarlos. La mala calidad de los datos perjudica a los creadores.

La falta de equidad en el mundo del streaming es una amenaza real para el futuro de la próxima generación de creadores. Y la IA sin duda configurará nuestra industria en el futuro.

Todos estos temas son cuestiones universales que necesitan la ayuda de organizaciones con alcance, experiencia y liderazgo mundiales. Creo que nuestra comunidad CISAC tiene un inmenso potencial para servir de guía y aportar cambios positivos. Somos una comunidad muy diversa, y puede resultar difícil llegar a un acuerdo sobre la forma de proceder. Pero esta diversidad es también la fuente de nuestra autoridad e influencia. Debemos mantener nuestro compromiso de permanecer unidos y trabajar juntos. Debemos tomar la iniciativa en la búsqueda de soluciones.

Gracias.